Quien no ha andado por la mañana un Domingo de Ramos por esas calles estrechitas, donde el embrujo de nuestra ciudad (Sevilla que a nadie se le olvide), nos embriaga a cada paso que damos, a cada naranjo que vemos con el azahar reluciente, a esas personas mayores que ya no aguantan grandes caminatas pero que ese día se les pasa todo, andan y andan de iglesia en iglesia y vacilan con su chaqueta llena de alfileres de Hermandades.
Quien no ha pasado un mediodía viendo a la Paz por el Postigo o la salida del Despojado, o por un casual no se ha cruzado a la Cena en Santa Catalina, a dejado las Amarguras del año en la Plaza de San Juan de la Palma y ha visto como las Estrellas se han ido escapando por Triana. El Amor que tengo por esta ciudad sale otra vez este año del Salvador y la Borriquita, la Hiniesta y San Roque, son especiales por la Plaza del Duque, el pumarejo y Capuchino, esta Semana Santa es especial y cómo tal tenemos que vivirla, el que quiera que se valla pero yo seguiré penitente en esta ciudad que en primavera me llena de orgullo y alegría.
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